6/28/2006

POR UNA SEMILLA


La mamá siempre le decía:—Cuidado, Mauro, no tragues las semillas de la naranja porque te va a crecer un árbol en la guata.O también:—Ojo con las semillas de la mandarina, hijo. Si te tragas una, te crece un árbol adentro y te salen las hojas por las orejas.Típico chiste, de esos que hacen las madres y que a los niños no les hacen ninguna gracia.Lo gracioso fue que Mauro estaba en el patio comiendo una mandarina mientras miraba los caminos de las hormigas, de pronto se distrajo y se tragó una semilla. Abrió los ojos como una lechuza. Además del susto, empezó a sentir algo raro. Sintió que sus pies se estiraban hacia abajo, sintió la tierra fresca entre los dedos, las lombrices le hacían cosquillas en la planta del pie. Tuvo unas ganas locas de estirarse, de pararse derechito y mirar hacia arriba. Entonces vio el cielo, más celeste que nunca, las nubes pasaban lentas por encima de su cabeza, tenían formas raras. El viento le cantaba al oído, le enredaba los pelos, traía olores de otros lugares.Mauro estiró los brazos hacia arriba y abrió los dedos. Un pájaro que buscaba un buen lugar para hacer su nido se posó en su mano abierta.La mamá apareció en el patio y se paró a mirar a Mauro sin poder disimular la risa.—¿Qué haces ahí parado, Mau? Pareces una estatua.—No soy una estatua —le contestó Mauro sin moverse—, soy un árbol de mandarinas.—¿Ah, sí? —se burló la mamá—. Y so soy el ratón Mickey.—Mamá, tú no entiendes nada. ¡No ves que me tragué una semilla de mandarina y me creció un árbol adentro! Ya no tengo más esqueleto, tengo tronco y ramas. Y en los pies, raíces.—Pero que árbol más raro —dijo la mamá tapándose la boca para no reírse—. No tiene hojas, ni flores, ni frutos.—Porque es invierno, mamá, y en invierno los árboles están pelados: PE-LA-DOS.—Bueno, señor árbol de mandarinas —dijo la mamá con tono serio—, lo venía a llamar porque la leche está servida, pero no va a poder venir a la mesa porque los árboles no caminan, ¿no?—Vas a tener que traérmela hasta aquí.—Pero los árboles no tienen boca para tomar ni manos para agarrar el vaso.—Tú tráela que yo me arreglo. La agarro por una de mis ramas y tomo por este agujero que es la cueva de una ardilla —dijo Mauro señalándose la boca.La mamá entró en la cocina y volvió con una taza de leche en la mano.—Mau, afuera están los niños. Te vinieron a buscar para jugar a la escondida.Mauro tomó un trago de leche y preguntó:—Mamá, ¿con qué se hace la leche?—La leche sale de la vaca.—Entonces me va a crecer una vaca adentro, y las vacas pueden caminar, correr y jugar a a la escondida. ¡Muuuuuuu! ¡Muuuuuu!Mauro fue hasta la puerta corriendo en cuatro patas mientras la mamá le gritaba:—Déjate de hacer monerías, parece que te hubieras tragado un payaso.

UN DíA DE ENCUENTROS



Nos reunimos a las seis de la mañana en la esquina norte de la plaza para nuestra primera excursión del año. Formar parte del club "Los Exploradores" fue más idea de mis compañeros que mía. Yo era de los que preferían pasarse los domingo sentados viendo televisión y no salí de muy buenas ganas teniendo que levantarme temprano igual que todos los días de la semana.Fuimos al Cajón del Maipo en un día de calor abrasador y como era malo para caminar me fui quedando el último.—¡Apúrate, flojo!Después de tanto esfuerzo me senté en una piedra para recobrar el aliento y mirar la carrera del río entre las rocas y a las nubes persiguiéndose por allá arriba en el cielo. Mis compañeros, igual que ellas, jugaban al pillarse escondiéndose tras los arbustos. Al dejar mi mochila en el suelo un bichito pequeño de lo más absurdo apareció sorpresivamente en la arena y se detuvo frente a mí como si me mirara. Mi primera reacción fue aplastarlo por impertinente, pero luego mientras iba y venía me dediqué a observarlo. ¡Qué ridículo me parecía con sus seis endebles patitas y su cuerpo duro y brillante!"¿Por qué destruirlo?" —me dije—, "¿Acaso no disfruta su lindo día, hace su trabajo y junta alimentos para sus hijos?". Cuando lo vi sumergirse de cabeza en la arena quise saber algo más de él, de sus costumbres y me prometí revisar un libro de ciencia en cuanto regresara.Desde ese día en que observé al coleóptero, empecé a pensar de otra forma: en el respeto que uno debía a los otros seres vivientes, en el equilibrio que tiene que existir en la naturaleza.Un viejo con una larga barba blanca se acercó al grupo y dijo, mientras recogía hierbas medicinales en una bolsa:—La gente no sabe que aquí en este suelo del Creador hay remedios para todo, para la tos y la gripe, el estómago, los nervios.Los niños lo rodearon y como parecía tan sabio empezaron a preguntarle:—¿Cómo animales tan pequeños saben escoger sus alimentos?—¿Por qué al partir un tronco se aprecian distintas capas circulares?—¿Por qué algunas flores tienen perfume?El abuelo de barba blanca sabía todo y pudo contestarles. Terminando agregó:—Todo esto y mucho más podrán aprender y conocer.Desde entonces fui el primero en prepararme para las excursiones del club "Los Exploradores". También me puse más estudioso porque me interesó conocer la maravillosa organización de la naturaleza, cómo el viento y los pájaros son sembradores de varias especies botánicas y muchas cosas más.Esa noche soñé con el escarabajo que se detuvo ante mí y me miró. ¿Qué me dijo? Ahora me parece poder comprender su lenguaje, el de los árboles y hasta el del río y sus rocas. Toda la naturaleza me habla.

MIRANDO EL FUTURO


-2003,2004,2005,2006, ¡mamá con éste, son cuatro años que voy al colegio!
Asombrado, Ignacio escribía los números sobre el papel, pensando en su primer día de clases, cuando se quedó llorando en la puerta de la sala.
-¿Y, te gusta? -preguntó la mamá.
-Y...algunas cosas sí, otras no -contestó el niño.
-Cuéntame, qué te gusta y qué no te gusta.
-Me gustan los recreos, la clase de Educación Física, el salón de computación y también me gusta Rocío, que es mi amiga, y a la profe, que es superbuena. Me gustan las cosas que aprendo, ya se´escribir y leer y puedo contar hasta el infinito. Me encanta cuando actúo en las fiestas. Me parece que me gusta todo, mami, ¿siempre voy a poder ir al colegio?
-Claro que sí, ¿por qué lo dudas? -respondió la madre sorprendida por la pregunta.
-Porque la profe nos dijo que si estudiamos y aprendemos vamos a ser personas libres, capaces de elegir nuestra forma de vida y como a mí me gustaría ser doctor o aviador, voy a tener que estudiar mucho. Y el otro día yo vi a unos niños pidiendo comida en el semáforo y me acordé de que la profe nos dijo que algunos padres mandan a sus hijos a pedir y que así les quitan la posibilidad de ser libres, porque siempre habrá alguien que los domine. ¿Es verdad, mamá?
La mamá no pudo decir nada. La emoción, a veces, no nos permite hablar.
Ignacio no se dio cuenta y siguió escribiendo, 2007, 2008, 2009...doctor...aviador...

OPAQUÉN Y EL BRILLO DE LOS CUERVOS


Cuentan que hace muchos, pero muchos siglos, existía un extraño planeta habitado únicamente por pájaros. Entre todos se destacaban unos muy negros, llamados cuervos, quienes dominaban el lugar y eran los que ordenaban lo que estaba permitido y lo que estaba prohibido.
Eran millones y casi iguales entre sí, la única diferencia estaba en su plumaje; algunos brillaban para el sol, otros resplandecían como la luna o destellaban como las estrellas.
Según la leyenda, para lograr que las plumas fueran brillantes, estas aves tenían que ser ejemplares en todo, llevando una vida plena de valores y aunque muchos lo intentaban, sólo algunos llegaban a alcanzar el brillo tan deseado.
Pero ocurría que una vez lograda la transformación sufrían otro cambio, el luminoso plumaje los hacía sentirse admirados, respetados, temidos...superiores.
Habitaba este lugar un joven cuervo llamado Opaquén, él como otros, comenzó a pensar, más que pensar, a soñar, con llegar a ser el más renegrido y fulgurante del lugar, quería demostrar que aún con mucho poder se puede caminar por el buen camino.
Y así se fue convirtiendo en el más bueno entre todos, sin embargo los años pasaban y su plumaje seguía siendo opaco.
Durante sus vuelos había conocido a muchos cuervos, de una y otra clase, y se había dado cuenta de que no eran tan distintos, también comprendió que si no había luz, nadie brillaba y así supo que cuando el brillo no es propio no tiene ningún valor y eso le hizo entender muchas cosas de la vida.
Un amanecer de invierno, estando en su nido, se sorprendió al ver que una de sus plumas resplandecía con intensidad, emocionado comenzó a visitar a todos sus amigos para contarles lo ocurrrido y compartir su alegría. Su sueño comenzaba a ser realidad.
Los primeros viajes para mostrar sus plumas brillantes eran tan largos que regresaba a su nido totalmente extenuado, pero a medida que pasaba el tiempo y su plumaje iba cambiando, sus amigos se iban alejando, a él también le llegó la admiración y la envidia de los demás, y tuvo que comenzar otra vida.
De lugares lejanos lo llamaban para que relatara a los pichones cómo se llega a ser brillante habiendo nacido tan opaco, los pequeños lo escuchaban con admiración porque ellos, con su inocencia, no sabían que existía la envidia, ni los celos y se sentían encantados al escuchar al viejo Opaquén contando sus historias llenas de amor y sabiduría, él repetía que todos eran iguales.
En cada viaje sentía que la maldad y el egoísmo se hacían más evidentes, entonces Opaquén perdió las esperanzas de hacer del mundo de los cuervos el lugar que había soñado y le pidió a su Dios que les diera un justo castigo a las aves de su propia especie.
Opaquén fue escuchado y de un momento a otro, todos los cuervos se volvieron opacos, perdieron el brillo y el poder y así permanecen hasta hoy.
En el mismo instante todos los otros pájaros que habitaban el lugar y se escondían por miedo, salieron a la luz, invadieron el cielo con sus vuelos, llenaron el paisaje de colores y lo alegraron con sus trinos, y a partir de ese momento la belleza y la armonía reinaron para siempre.
Nadie supo qué pasó con el bueno de Opaquén, algunos dicen que se alejó sin rumbo, otros que murió de tristeza y hay quienes piensan que se sintió en paz, porque la maldad fue castigada y la vida renovó sus esperanzas.
También se dice que en el espacio infinito, se escucha una voz que cuenta que en el planeta llamado Tierra se repite la misma historia, pero los protagonistas no son aves, son seres humanos, y quién sabe por qué rara coincidencia, algunos, entre ellos, son llamados...cuervos.

EL NIÑO QUE SOÑÓ CON EL CAMPO


Para aprender a soñar,soñé que estaba soñando...Yo era un niño de la ciudady tú eras un niño de campo.Los dos viajábamos juntossobre un caballo de basto.Siete sauces dormilonesmiraban dormir el pasto,y las nubes en el cielotejían mantas de huasos.Yo te regalé mi puebloy tú me regalaste el campo.Encima de un cerro alegrahabía un violín tocando.la noche cantaba en él,para hacer dormir los pájaros.¡Qué lindas cosas se vencuando se viaja de huaso!Este sueño que yo tuve,lo tuve andando en el campo,y de tanto que soñé,aprendí a vivir soñando.

6/15/2006

El granjero y la ciudadana.



Una vez en el campo había un granjero llamado Cristobal que era muy trabajador.Un día Cristobal se encontró con una ciudadana llamada Thabatta, y ella le dijo:¿tiene hogar y algo de comer?-y el le dijo : Si, y si quieres que te lo de tendrás que trabajar.¡de acuerdo!-respondió Thabatta, ¿y como se llama usted?pregunto Thabatta-me llamo Cristobal- contestó el granjero.¿Y usted?- preguntó el granjero. Me llamo Thabatta-contestó ella.Luego de que Cristobal le dio comida y refugio a Thabatta el le dijo:ahora que tienes lo que querias tienes que cumplir tu trato,¡de acuerdo!-respondió Thabatta,mientras tu limpias el establo yo ire a ordeñar a las vacas-dijo Cristobal.Luego de que vió que el granjero se dijo:En ves de trabajar me iré a la paja de los caballos y ahí descansaré un rato.Y lo hizo.Cuando desperto se dió cuenta de que Cristobal estaba al lado de ella y él le dijo:no has cumplido tu trato ahora tendrás que trabajar el resto de tu vida.
fin
esto fué hecho por thabatta ibañez.